Muchos científicos han comenzado a analizar lo que tiene que ver con la posible llegada de una próxima pandemia y cómo actuar. Ante esto, diferentes datos presentados en Suecia y Estados Unidos sugieren el incentivo económico. El pago a las personas para vacunarse sería la manera de apuntar ante la desconfianza y la falta de voluntad por recibirlas.
El dinero parece ser el único método para que la población se vacune ante la llegada de una nueva epidemia de carácter mundial. El efectivo, plantean algunos especialistas, consigue que la gente deje de fumar, hacer ejercicio y estar al día con los medicamentos. El covid-19 tuvo el imperativo de vacunarse contra este virus, más que para prevenirlo, para evitar preocupaciones o complicaciones que pudiesen llevar a internaciones compulsivas. Los países trabajaron sobre diferentes enfoques para “manejar” a la población y evitar el colapso del sector de la salud.
Ante esto, algunos mandatarios implementaron la rigurosidad para preservar la salud pública. También se comprometieron con comunidades que tenían dificultades de acceso al tema sanitario. En este sentido, se apuntó mucho también al marketing con las celebridades anunciando la llegada de la vacunación. Sin olvidarnos, que también se apuntó a la obligatoriedad de la vacuna por el fin común.
Una pandemia programada
La llegada de otro virus que afecte al grueso de la población mundial ha sido eje de diferentes disputas. Académicos y formuladores de políticas públicas han comenzado a pensar en ofrecer dinero en efectivo a los vacunados. Aquí se reabre un debate espinoso sobre la realidad de la sociedad y sus intereses. Quienes están del lado utilitarista apuntan al beneficio público, con la vacunación, por encima de los daños que pudiese haber. De todas maneras, no hay garantía que ofreciendo dinero las personas puedan ser convencidas.
Un estudio realizado por estudiantes de secundario israelí, en el año 2000, descubrió que los grupos con comisión para recaudar dinero para obras de caridad, juntaban más dinero que los que no. Ese incentivo monetario se viene reflexionando para “convencer” a la gente de vacunarse en caso de una venidera pandemia.
Posteriormente, se da la preocupación si estos incentivos en efectivo no tendrán consecuencias inesperadas y no deseadas a largo plazo. Ofrecer dinero a la población podría generar una predisposición a no hacer nada de forma gratuita en el futuro. Además, se podría generar una desconfianza en el gobierno y la mirada científica sobre el problema.
El poder del dinero para el bien general
Las vacunas, como se vio en la pandemia por covid-19, ha generado divisiones entre la población, algo que no se da en otros temas como la donación de sangre. Por su parte, mucha gente se suma a los ensayos clínicos pagos, sabiendo que a mayor ingreso es mayor el riesgo para su salud. El pago por vacunación podría generar que las personas empiecen a sobrestimar los riesgos verdaderos de la situación.
Un punto final, para evaluar esta situación, está en torno a la ética y la nebulosa que se genera a su alrededor. Diversos especialistas han argumentado que una recompensa monetaria sería diferente para quien está sin empleo a unas personas que no se han visto afectadas por la “nueva realidad”. Muchos entienden que ofrecer efectivo es una forma de coerción o explotación, ante que mucha gente lo verá como un ingreso o una salida a su problema económico.