Todos hemos experimentado alguna vez la sensación de que las máquinas nos “conocen”. Abres Facebook o Instagram y parece que los anuncios están hechos a medida, como si el algoritmo hubiera leído tu mente. Lo que quizás no sabías es que los ordenadores pueden conocerte mejor que tus propios amigos o incluso que tú mismo. Esto es lo que revela un estudio de la Universidad de Stanford, que muestra cómo las máquinas están superando nuestra capacidad de evaluar la personalidad de los demás.
El arte de evaluar la personalidad
Evaluar la personalidad de otras personas es una habilidad que hemos perfeccionado durante millones de años de evolución. Ser capaces de juzgar correctamente el carácter de alguien ha sido esencial para nuestra supervivencia. Esta capacidad es clave en decisiones tan importantes como elegir a un amigo, a una pareja, a un empleado o incluso a quién votar. Aunque los humanos somos bastante buenos en este juego social, los ordenadores nos están superando.
Según un estudio reciente, los algoritmos pueden predecir la personalidad de alguien con mayor precisión que un amigo cercano. Y todo esto lo hacen basándose únicamente en las interacciones digitales de una persona, como los “me gusta” de Facebook. Sorprendentemente, en algunos casos, las predicciones hechas por los ordenadores son incluso más acertadas que las que la persona haría sobre sí misma.
¿Cómo lo hacen?
El estudio, realizado con más de 86.000 voluntarios, utilizó los “me gusta” de Facebook como base para evaluar la personalidad de los participantes. Estos datos se compararon con las evaluaciones que hicieron amigos y familiares de las mismas personas, utilizando el famoso test de los “cinco grandes” rasgos de personalidad: extraversión, amabilidad, apertura al cambio, responsabilidad e inestabilidad emocional.
El resultado fue asombroso. Los algoritmos basados en los likes fueron más precisos que los amigos de Facebook a la hora de predecir los rasgos de personalidad de una persona. Incluso los familiares cercanos se quedaron atrás en algunas de estas predicciones. Solo las parejas sentimentales parecían tener una ventaja frente a las máquinas.
¿Qué nos dice esto? Que los datos digitales que dejamos tras cada interacción online son una mina de oro para los algoritmos. Cada “me gusta”, cada comentario y cada búsqueda en Google contribuyen a crear un perfil detallado sobre quiénes somos. Y los algoritmos están diseñados para procesar esta información de manera mucho más eficaz que cualquier ser humano.
Los “me gusta” y los cinco grandes
Uno de los aspectos más curiosos del estudio fue cómo los “me gusta” de Facebook podían estar tan relacionados con los rasgos de personalidad. Por ejemplo, las personas con alta apertura a la experiencia tendían a darle “me gusta” a Salvador Dalí, la meditación o las charlas TED. En cambio, aquellos con altos niveles de extraversión preferían páginas relacionadas con la fiesta, Snookie o el baile.
Esto demuestra que nuestras interacciones digitales pueden revelar aspectos muy profundos de nuestra personalidad, incluso cuando no somos conscientes de ello. Y es que, aunque pensamos que somos seres únicos e impredecibles, nuestros comportamientos en línea siguen patrones que los algoritmos pueden identificar fácilmente.
Implicaciones para el futuro
El estudio de Stanford no solo es interesante desde un punto de vista académico, sino que tiene implicaciones prácticas que podrían cambiar muchas áreas de nuestras vidas. Imagina un mundo en el que las decisiones más importantes, como contratar a alguien o incluso elegir una pareja, se basen en algoritmos que analizan nuestra personalidad. Los científicos creen que esto no está tan lejos de la realidad.
Por ejemplo, ya existen empresas que utilizan algoritmos para filtrar candidatos en procesos de selección. Estos sistemas pueden analizar los perfiles de redes sociales de los solicitantes y predecir si encajarán en la cultura de la empresa, todo basándose en su actividad digital. Esto plantea la pregunta de si en el futuro podríamos delegar incluso las decisiones más importantes de nuestras vidas en las máquinas.
Algunos investigadores creen que delegar juicios psicológicos en los ordenadores podría mejorar la calidad de nuestras decisiones. Después de todo, las máquinas no tienen los sesgos que los humanos inevitablemente traen a la mesa. Sin embargo, también existen preocupaciones sobre el control y la manipulación que esto podría implicar.
Control y manipulación a través de la tecnología
El hecho de que los ordenadores puedan conocerte tan bien también tiene un lado oscuro. ¿Qué pasa si esta información se utiliza para manipularte? Existen estudios que demuestran que los anuncios son mucho más persuasivos cuando se adaptan a la personalidad del espectador. Imagina un mundo en el que los políticos, las empresas o incluso los gobiernos utilicen estos datos para influir en tu toma de decisiones.
No es ciencia ficción. Ya hemos visto cómo las campañas políticas en todo el mundo han utilizado datos personales para personalizar sus mensajes y obtener una ventaja sobre sus oponentes. El escándalo de Cambridge Analytica es un buen ejemplo de cómo los datos de redes sociales pueden ser utilizados con fines políticos.
El riesgo no está solo en la publicidad o en las elecciones. Las grandes empresas tecnológicas, como Google o Facebook, ya están utilizando algoritmos para personalizar los anuncios que ves a diario. Si estos sistemas conocen tu personalidad mejor que tú mismo, ¿qué les impide ofrecerte productos o servicios basados en tus puntos débiles? La línea entre la personalización y la manipulación es muy delgada.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Aunque este estudio destaca el increíble poder de los algoritmos, también nos da una pista de cómo protegernos. Si bien es imposible evitar completamente que nuestras interacciones digitales sean monitoreadas, podemos ser más conscientes de la información que compartimos. Revisar las configuraciones de privacidad en redes sociales y limitar el acceso de terceros a nuestros datos es un buen primer paso.
También es importante entender que no todo está perdido. Los seres humanos, aunque a veces predecibles, somos flexibles y tenemos la capacidad de evaluar aspectos de la personalidad que los algoritmos aún no pueden captar. Nuestra empatía, intuición y experiencia siguen siendo herramientas valiosas en el juego social.
A medida que los algoritmos continúan avanzando y perfeccionándose, también lo hará la necesidad de nuevas leyes y tecnologías que protejan nuestra privacidad y nos ayuden a navegar este nuevo mundo digital. La clave será encontrar un equilibrio entre los beneficios que estas tecnologías pueden ofrecer y los riesgos que presentan.